Finalizo desde Gálvez la parábola del alpinista, os recuerdo que dejamos a España en la Champions League de la economía mundial.
En plena euforia y vacile a sus compañeros y al resto de montañeros, España tropezó por subir demasiado rápido. Un tropezón
pequeño, sin importancia allá por el año 2007-2008.
Habría que haber oído a su madre: "te lo dije, ten cuidado, mira que te lo dije, despacio!!!!!!"
Pero eso no fue lo peor, entre los años 2008 y 2009 el tropezón coincidió con una avalancha en la montaña. Los alpinistas la llamaron “hipotecas basura” y culparon al grupo “neoliberal” comandando por un tal Lehman Brothers.
España, en plena caída por su tropezón se vio, además, arrastrada por la avalancha. Y comenzó a caer, y a caer, sin poder aprovechar amarres de seguridad porque no los instaló.
En la caída, España, se encontró con el grueso de su grupo,
Unión Europea. Y los pidió ayuda. Pero el grupo estaba bastante desunido.
Resulta
que los compañeros que tenían medios para ayudar, eran los mismos a los que
vaciló años antes en el ascenso, además también eran quienes nos habían
prestado material en los años 90.
Al ver la avalancha que acompañaba a España
en su caída, los compañeros (países) que habían prestado material a España, no sólo no ayudaron a su “amigo” sino
que le pidieron que devolviera todo lo que le habían prestado. Así salvaban sus pertenencias de la caída que continuaba España.
Y allí estaba la pobre España, cayendo sin freno, como aparente
castigo a los años felices de ascenso rápido.
Por fin, la avalancha que arrastraba a España perdió fuerza. Y
España logró empezar a ver puntos de amarre a los que poder ir agarrándose,
para eso tuvo que desprenderse de muchas comodidades adquiridas en el ascenso. Algunas, porque la caída las hizo añicos. Otras, porque pesaban demasiado y no
permitían que España pudiera agarrarse a las cuerdas.
Aprovechando la poca fuerza de la avalancha y que nuestro montañero era más ágil por la pérdida de peso que acabo de contar, allá por 2013-2014, España logró asir una vía y, a
pesar de los daños sufridos, el dolor de las magulladuras y el mareo de las
vueltas frenar su caída. Sus doloridas manos fueron capaces de sujetar aquel peso, bastante
aminorado y frenar su descenso.
Habían sido años muy duros, quizá los años más
duros entre los últimos cincuenta. Pero lo peor no había pasado, al menos del
todo.
España era un alpinista herido, muy herido. Las
magulladuras se contaban por cientos, quizá miles, a lo largo y ancho de
todo su cuerpo, internas y externas.
Antes de pensar en volver a subir aquella
montaña, España debía lamer su heridas, curar sus magulladuras y algún otro
daño de órganos internos. Aunque quizá estos daños internos fueran más culpa de los excesos de
la ascensión que de la propia caída….
Y allí, lamiendo sus heridas y recobrando fuerzas, España
se encontraba en el fondo de un foso buscando fuerzas para comenzar los
intentos de salir de él. Y ahí nos encontramos….
Si pensamos fríamente, sabremos que no será fácil salir de
aquí, que tendrá mucho mérito, pero también ha tenido mérito parar la caída,
sobre todo considerando todo lo que hemos perdido por el camino.
En un año, a
finales de 2014 intentaremos de nuevo el ascenso. Sólo espero que esta lección, aprendida a fuerza de palos, no la olvidemos nunca, aunque en esto no soy
optimista, porque el ser humano es olvidadizo por naturaleza y piensa fatal con
la tripa llena.
Por tanto la parábola del alpinista se puede repetir tantas
veces como sea necesaria a lo largo de la historia, simplemente hay que
adaptarla a la época.
Podéis criticar que tiene sólo una visión económica. Y si es así me lo decís y os preparo la parábola desde el punto de vista
únicamente social. Os cuento lo de los funcionarios que trabajaban 35 horas con
hasta 40 días hábiles de vacaciones. El olvido de la educación en los años
buenos, época en la que todos querían que sus hijos fueran universitarios y los que no
ganar una pasta en la construcción a costa de muchas horas de trabajo pero
pudiendo vacilar con su nuevo BMW. Lo dicho pedid y os será concedido si Gálvez me inspira.
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