He sido, y soy, muy crítico con Zapatero por aprobar una Ley del Aborto mayoritariamente conflictiva por el único hecho de que
la Sra. Aido, demasiado joven para ser Ministra, se empeñó en que las “jóvenas” pudieran abortar sin permiso
de sus padres.
Aun así esa Ley del
aborto era infinitamente mejor que la que aprobará el Sr. Rajoy con un
Ministro demasiado cínico, Gallardón.
El aborto es un
tema conflictivo porque convergen dos
derechos y uno de ellos es el principal, el derecho a la vida. El otro, y
que me perdonen si lo consideran preciso las mujeres, es secundario, y es el
derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
Pondré un ejemplo: Yo no tengo derecho a cortarme un dedo si
el método que uso produce la muerte a otra persona.
Volvamos al aborto. El aborto implica el dilema ético pero también científico
sobre si el no-nato es un ser vivo o no
lo es. Cómo dilema ético cada cual tendrá su opinión y yo aquí estoy para
dar la mía (sin ser más verdadera, cierta ni válida que la tuya), como siempre
desde el punto de vista que me da sentarme en mi mecedora, hoy ya sin palmera,
en este pueblo, Gálvez, con tantas
peculiaridades.
Para crearme una opinión he decidido leer escritos
científicos y escritos éticos en ambos sentidos. En cuanto a la ciencia parto
de la diferencia entre el concepto de
feto y embrión. El embrión es el
no-nato hasta la octava semana, y se considera así (en resumen) por no
tener desarrollado el sistema nervioso. A partir de esta octava semana el no-nato pasa a llamarse feto.
Confluyen como ya he dicho dos derechos y me postulo
defensor a ultranza del derecho a la vida sobre el otro. Parto de una postura
anti-abortista, pero odio los radicalismos y creo que la nueva Ley del aborto de
Gallardón, lo es. Porque podemos llamarla como queramos pero lo que aquí estamos
regulando es el aborto señores.
Por otra parte, si impedimos toda posibilidad legal de que una mujer aborte,
lo hará de forma ilegal.
Si impedimos que una mujer aborte de forma legal, lo hará en
la clandestinidad.
Si obligamos a una mujer a la clandestinidad ponemos en
riesgo su vida.
Y cuento esto porque soy consciente de cómo se hacían
estas cosas en los años 80 y 90, porque conozco mujeres que abortaron en el
oscurantismo. Y por tanto de cómo se volverá a hacer, porque ilegalizarlo no implica impedirlo.
Y teniendo en cuenta mi postura previa anti-abortista, y la
evidencia del peligro que supone ilegalizar todo aborto, que es lo que hace en
la práctica la Ley Gallardón, ¿qué postura tomar?
Pues para mi respuesta recurro a la ciencia que citaba antes, las ocho semanas, la diferencia entre
embrión y feto.
Si no doce semanas, dejen ocho, pero déjenlas. Informen
hasta la saciedad de forma previa al embarazo y previa al aborto por supuesto.
Hagan reflexionar a la mujer sobre las posibilidades y las consecuencias. Pero
dejen que ella decida.
Y digo bien, ELLA, porque el padre debería poder influir pero
nunca decidir.
No sé si ha quedado claro mi NO rotundo a la nueva Ley del Aborto de Rajoy /
Gallardón, si no es así lo repito:
La Ley del Aborto de Gallardón / Rajoy es RETROGRADA y nos
devuelve a los años 80.
Las consecuencias de publicar esto será que me odien los sectores pro-abortistas y también los sectores pro-vida, qué se la va a hacer. Menos lectores para el blog.
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