Tengo una manía un tanto absurda, consiste en que cada vez que salgo de mi territorio natural, la provincia de Toledo, mi mente no deja de comparar todo lo observo con lo que habitualmente me rodea.
Este fin de semana he disfrutado junto a 6 LBCs de una despedida de soltero en Ribadesella, en la fiesta de la 78ª edición del descenso del Sella. Y una mente algo alcoholizada, lo reconozco, comenzó a comparar aquella fiesta nocturna de desenfreno juvenil que se produce durante el fin de semana con las inmediatas fiestas galveñas, para mí una de las mejores fiestas del mundo, cierto es que no soy neutral.
Esta comparación me hizo rememorar con algo de añoranza la Fiesta de Gálvez, San Agustín, en los años 90, cuándo los adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes procesionabamos del Yoki a la plaza pasando, por los coches de choque unos y por la discoteca otros.
Y es que hoy está todo tan concentrado de los caños a la plaza.....
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